miércoles, agosto 24, 2005

27 junio 2003. Eran casi las dos de la madrugada, en la Plaza Roja de Moscú. Algo de fresco. Paseaba con algunos periodistas españoles desplazados a una feria comercial. Un desconocido, por veinte dólares americanos, nos ofreció acceder a los jardines de la tumba de Lenin. Nos negamos y la visitamos al día siguiente, tras hacer cola. Moscú es una gran ciudad. Volvería una y otra vez. La pose es mejorable, pero ahí estaba yo, en la Plaza Roja.